Ataque vandálico y saqueo en Estiacuba 2
Un violento ataque conmocionó al barrio Estiacuba 2, en la madrugada del pasado domingo, cuando un grupo de entre 20 y 40 personas ingresó por la fuerza a una vivienda y saqueó por completo a una familia trabajadora. El hecho, que se produjo entre la 1:00 y las 5:00 de la mañana, dejó no solo destrozos materiales sino también secuelas físicas y emocionales en las víctimas, entre ellas cuatro niños —dos de ellos con autismo y una niña con una afección cardíaca— y un hombre con una prótesis que fue torturado durante horas.
Según el relato de vecinos, el ataque habría sido orquestado por delincuentes conocidos del barrio, quienes primero inventaron una pelea como excusa para ingresar al domicilio. Luego llegó una horda de vándalos con familiares, que rompieron y saquearon todo a su paso: se llevaron electrodomésticos, bebidas, mercadería del pequeño kiosco que la familia usaba como sustento y hasta una exhibidora que aún estaba siendo pagada en cuotas. Lo que no pudieron llevarse, lo destruyeron o prendieron fuego.
El segundo piso de la casa, donde vivía el matrimonio con sus cuatro hijos, fue arrasado. Los atacantes quemaron pertenencias, mochilas escolares y documentación médica vital del Hospital Garrahan. También sustrajeron los pocos electrodomésticos que la familia había conseguido con esfuerzo.
Uno de los episodios más crueles ocurrió con el padre de familia, un joven con una prótesis en la pierna izquierda, que fue encerrado en el baño durante cuatro horas, torturado y amenazado con un arma. Le exigían que se arrodillara, pese a su discapacidad, y lo golpeaban cada vez que intentaba moverse. Mientras tanto, el resto del grupo saqueaba impunemente la casa.
A las 5 de la mañana, los atacantes regresaron y repitieron el saqueo, esta vez en una casa vecina. Los residentes del barrio, en su mayoría trabajadores de origen paraguayo con décadas de residencia en la zona, denuncian una escalada de violencia e inseguridad constante. Aseguran que hay al menos 50 autos robados abandonados en la vía pública y que viven bajo amenazas permanentes, incluso contra sus símbolos religiosos.
Los vecinos volvieron a radicar denuncias en la comisaría local y exigen respuestas urgentes. “No hay urbanización, no hay presencia del Estado, y ahora ni siquiera hay seguridad. Se están adueñando del barrio”, lamentaron.